viernes, 28 de junio de 2013

Pushkar.





Jaipur, la ciudad de los Palacios queda atrás y ahora toca Pushkar, la ciudad en la que todo hinduísta debe acudir una vez en la vida. El magnetismo proviene del lago que supuestamente surgió cuando Brahma dejó caer una flor de loto. La calle principal es un largo bazar en el que puedes encontrar todo lo que puedas imaginar y mucho más barato que en las ciudades anteriores.

El tren ha tenido una duración de 2 horas y 15 minutos y su precio fue de unas 750 INR. El destino fue Ajmer (Pushkar no tiene estación de tren) y la distancia entre ambas ciudades es de 11 Km los cuales son recorridos por un autobús. En esta ocasión vuelves a ser consciente que el concepto de riesgo occidental e hindú es totalmente diferente, ni mejor ni peor, tan sólo diferente. La experiencia se basó en un bus que debía tener unos 20 años, superando el aforo dos o tres veces y circulando por una carretera con ciertas curvas y vistas panorámicas que te ponían los pelos de punta. El lugar para descansar fue el Navaratan Hotel.

Es una ciudad enfocada al turista occidental, en la que todos los bares o restaurantes tienen grandes carteles informando que han sido recomendados en trypadvisor o Lonely Planet. Es básico visitar el Brahma Temple, pasear rodeando por completo el lago y observar la vida en los Ghats donde se bañan, limpian la ropa, hacen rituales de cremación o esparcen las cenizas de sus muertos, como es el caso de las de Gandhi. 

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